Jaume se acercó a aquel policía de cara hierática, la nacional aun no había llegado y ya era la hora de iniciar la manifestación.
Cuando faltaban dos pasos para llegar hasta él, éste de uno solo, lo alcanzó, le agarró del antebrazo y ladeándolo le asestó varios porrazos. Jaume se zafó muy rápido y salió corriendo, no paró ni para hablar con sus compañeros. Mientras corría con la nalga entumecida recordaba la manera en que su madre, igual que el oficial, le cogía del brazo y le soltaba una buena azotina. En esas ocasiones él nunca se zafaba, hubiera sido aun peor, pero la porra ya era otro cantar. Por suerte nadie corrió tras él, aún no entendía que había pasado, pero el dolor le hacía seguir, al menos 8 o 9 manzanas.
El resto del grupo nos quedamos paralizados, bueno, las madres, gracias a su instinto se escabulleron con sus niños de la manera más disimulada que pudieron y sin hablar. Estábamos en el año 2000, a una manifestación autorizada para solicitar que no cierren una guardería no se le “carga”. Habíamos perdido la costumbre de arengar cuando ves una injusticia como esa, o quizás fue tan rápido que no reaccionamos. Desplacé muy despacio mi pie hacia la derecha para cubrir el hueco de Jaume tras la pancarta, que en ese momento era el escudo más ridículo que se nos podía poner delante para defendérmos de aquellos vándalos, en caso de ….
Por la curva de la avenida apareció la furgoneta de la nacional, nunca me había alegrado tanto de ver a la autoridad, bueno sí, una vez en el puerto en una acción contra la pesca “ilegal” cuando ya los pescadores-contrabandistas nos tenían acorralados contra la pared y lucían barras y palos. También me alegré al ver a los guardia civiles que con toda su autoridad nos salvaron, escoltaron y detuvieron.
La nacional se paró delante de los flamantes polis autonómicos y se bajaron pertrechados hasta las orejas. Sentí un sudor frío y ganas de correr, pero intenté controlarme y recordar que éramos cuatro gatos, totalmente pacíficos, desarmados y autorizados. El que mas galones tenía se dirigió hacia mí, no sé si porque el resto tendría los ojos cerrados o por ser el más alto. Me saludó cordialmente y se presentó pidiéndome el documento de autorización. ¡Horror¡, lo tenía Jaume, por eso se había adelantado a hablar con el poli. Balbuceando le pedí un momento y le dije que teníamos que buscar la otra copia. Miré hacia atrás y se oyó un frufrú de bolsillos y bolsos. Por fin apareció, una previsora madre había hecho varias copias. Se la mostramos y casi sin leerla nos dijo:
- todo en orden, pueden comenzar, el tráfico está cortado desde hace 20 minutos.
Yo no sabía si creérmelo, comenzamos a relajarnos y aparecieron algunas sonrisas, en ningún momento miré a los policías de la comunidad por temor a encender sus iras. Hicimos nuestro recorrido, animándonos según se nos pasaba el susto, algunas de las madres "escapistas" volvieron, tras ver que la democracia seguía siendo el régimen que regía el estado.
Una mujer, como siempre las más valientes, se dirigió al "nacional" de mayor rango y algo airada le relató lo ocurrido. Él esbozó una sonrisa, dijo algo entre dientes y se quedó rezagado para hablar con sus compañeros.
Cuando acabamos, hablando, ya más calmados, entre todos, le preguntamos a Carmen (la mujer valiente) qué palabra fue la que dijo entre dientes el oficial, ella admitió que no la pudo escuchar bien, pero creyó entender: "novatos". Otro dijo que había escuchado: "mariquitas". Otro que: "paranoicos". Otra que: "jodeer".
Vamos, que nos quedamos así, pensando en el pobre Jaume que pagó el pato de la primera intervención de la nueva poli. Eso si, la porra era a estrenar.
me siento indentificado cuando era pequeño me dieron un TORTAZO por bajar el pie del pretil un acto publico. :(
ResponderEliminarcuidadin con las cosas que hay que echar y los hechos que ocurrieron
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