Con la “seño” aprendemos canciones bonitas, a pintar, a recortar y a hacer el regalito del día del padre o de la madre. En otoño llevamos castañas y frutas de la época para comer todos juntos. A veces nos lleva de excursión al parque o al museo, vamos por la calle cogidos a una cuerda para no perdernos. Ayer la “seño” nos puso una suma en la pizarra y se sentó en su silla, apoyó la cabeza sobre sus brazos y se quedó así mucho rato. Sonó el timbre del recreo pero ella no se movió, yo miré a Javi y él levantó los hombros, miré a María que siempre era muy decidida y se levantó para llamarla. Ya toda la clase estaba con la bolsa del desayuno en la mano para salir, ella no se movía. Don Andrés el maestro de los grandes tocó en la puerta y entró, puso una cara muy seria al verla, la llamó y entonces nos dijo que saliéramos al recreo, lo dijo con la voz entrecortada.
Mi madre dice que mi maestra se puso muy malita y que ya no volverá a la escuela, ahora tenemos otra “seño” muy joven que también nos lleva de excursión.
"Sirva de homenaje a todos los que dedican su vida a enseñar a otros. Auténticos héroes anónimos no reconocidos por la sociedad actual."
Que bonito y triste ;(
ResponderEliminarMe gustó, la mirada del niño...
ResponderEliminarpara eso es la jubilación a los 67...
ResponderEliminarUna vida de trabajo que, al menos, deja huellas...
ResponderEliminarSaludos.
Precioso homenaje, Beatríz.
ResponderEliminarBiquiños,
Caramba, se murió, no?
ResponderEliminarMenudo homenaje, ¡te la cargas! Pobre, murió con las botas puestas.