Islas
El blog de Beatriz Fariña
El que no inventa no vive. Ana María Matute (premio Cervantes).
domingo, 15 de abril de 2012
Julita
Julita pasaba de largo los 50, laboriosa y servil eran adjetivos que acarreaba con orgullo. Gran parte de esa vida la había dedicado al denodado trabajo en la misma empresa. Cuando comenzó el “proceso” a ella no se le inmutó ni una pestaña, siguió con su mismo ritmo de trabajo sin hacer caso a los actos que sus “compañeros” perpetraban a modo de resistencia. No dudó en su fidelidad a la dirección, no le tembló la voz cuando respondió a preguntas comprometidas sobre las actividades de sus “colegas”.
Julita ni por un instante sospechó el contenido de aquel telegrama, recibido el domingo por la tarde.
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ante el dinero hay muy poquitas cosas que resistan... y la fidelidad a la empresa me parece que tampoco.
ResponderEliminarbiquiños,
De esos trabajadores pocos quedan porque han sido los propios empresarios quienes se han encargado de exterminarlos.
ResponderEliminarMe encanta la foto familiar del principal, besitos.
Nunca se piensa que le puede tocar a uno.
ResponderEliminarInteresante relato. Como dice Jorge nyunca se sabe lo que le puede tocar a uno.
ResponderEliminarUn placer visitarte y leerte, he pasado un rato ameno. Regreso pronto!
http://cuentosdensueno.blogspot.com
http://a212grados.blogspot.com
El capitalismo no tiene amigos ni sabe de fidelidades. Es triste la verdad...
ResponderEliminarBesos!!
Aeguimos :-(
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