besodelagarto
El blog de Beatriz Fariña. Literatura doméstica y cositas.
Islas
El blog de Beatriz Fariña
El que no inventa no vive. Ana María Matute (premio Cervantes).
domingo, 22 de diciembre de 2013
Se estrenó el corto "El Viaje"
Basado en uno de los relatos de este blog, se estrenó el pasado 19 de diciembre en el TEA de Santa Cruz de Tenerife el corto titulado El Viaje. Un año de ilusión y trabajo durante el cual un pequeño equipo de amigos hemos ido pasando por todas las etapas de la realización de una obra audiovisual: ensayos, búsqueda de exteriores, desarrollo del guión, grabación, edición, montaje.....etc hasta llegar a ese esperado momento del visionado del producto final en pantalla grande. Una estupenda esperiencia.
jueves, 14 de febrero de 2013
¡¡¡¡ carnaval, carnaval.... !!!
¡¡ Porqué me habré puesto este disfraz tan horrible!!, no estoy a gusto y así claro una no ….
¡¡ Huy !! valla, parece que ese mejicano con gafas de sol me sonríe…
Qué bueno que paramos a bailar en esta esquina, está muy animada y no hay tantos niñatos como en la verbena.
- Ramón quédate ahí apoyado en la barra, si alguien te toca, te roza o te habla tu síguele el rollo, yo voy a mear y vuelvo en seguida, aquí tranquilito ehhhh.
- Que sí hombre, que no me voy a mover de aquí, no creo que llegara muy lejos sin que me aplastaran.
- Olga, yo voy a pedir una caña en este quiosco, ¿te pido algo?
Nada, esta me sonríe y dice que sí pero ni me oye, además va tan puesta que las neuronas sólo se le conectan para mover el culo y asentir con la cabeza, bueno … como tanta gente.
Pero ¡¡¡¡qué divertido está todo el mundo!!! , qué buen rollo…. Menos mal que bajé….¡Coño¡, vaya un codazo me acaba de meter esta para hacerse hueco.
- Huy perdón, es que me empujaron (le acabo de poner las tetas al mejicano en todo el careto).
- Nada, tranquila, no te preocupes.
- Qué, bailando un poco en la calle.
¡Anda este! que quiere ligar, míralo y tan tranquilito que estaba apoyado en la barra, si ya decía yo que no me quitaba ojo de encima.
- Pues sí, (me acerqué a su oreja para hablarle) pasando la noche, está esto muy animado.
Él movió la cabeza hacia mi boca y se enderezó como para oírme mejor, en esas otro empellón de la masa me lanzó sobre él.
- Venga vale, bailemos.
Me rodeó con un brazo y se apretó contra mí, estaba claro que eso sólo se tolera en carnavales, ¡¡ea!! todo sea por la fiesta.
Me dio la risa floja porque tenía torcido el bigote de charro y estaba muy cómico.
- Qué pasa, tan mal bailo?
- Pues sí … bueno no, no es por eso, es que llevas el bigote torcido.
- Ya, es que me lo puso Demetrio y siempre me gasta alguna bromita.
Siete u ocho piezas después llegó Demetrio enganchado a una enfermera de pelo en pecho y barba de días,
- Ramón, mira a quién me he encontrado, a ver si adivinas.
Ramón perezosamente aflojó el brazo con el que me hacía presa y lo alargó, la hirsuta enfermera cogió su mano y se la llevó a a la cara para que lo"adivinara"...
En ese momento se me encendió la única luz que me quedaba a esas alturas y entendí lo del bigote torcido y las gafas oscuras.
martes, 18 de diciembre de 2012
Suspendidos
Suspendidos en el piso 33 de la torre de oficinas, Adalberto y Carolina hablan cada uno sentado en esquinas opuestas del ascensor.
A veces habían coincidido por ser de los primeros en entrar al trabajo, ella se baja en el 34 y él sigue hasta el 37. También se suelen ver al acabar la jornada, siempre con los rezagados. Nunca antes habían hablado, ni siquiera uno de esos saludos que se hacen con un gesto al resto de seres humanos que forman parte de nuestro decorado diario.
Esa noche tendrían tiempo de darse los buenos días y las buenas noches que jamás han intercambiado. Diez minutos después de que el ascensor quedara parado, tocaran insistentemente la alarma y comprobaran cada uno por su cuenta que no tenían cobertura en sus respectivos teléfonos, ella dijo.
- Pues vaya faena, …. nos oirá el vigilante, supongo.
- Imposible, me telefoneó para decirme que saliera por la puerta trasera, que se iba y dejaba la alarma puesta.
- Pero eso no puede ser, a mi no me dijo nada. ¿Cómo hubiera salido yo?
- Habrá dejado una nota en la puerta, o se habrá olvidado simplemente. Como es nochebuena.
El silencio vuelve a reinar entre ellos. Adalberto analiza la situación, con el ascensor averiado dentro de un inmenso edificio de oficinas vacío, en la víspera del día de navidad, les esperaba, con suerte, una larga y fría noche. Además a él nadie le echaría de menos.
- Bueno, entonces qué podemos hacer?. Preguntó Carolina con la voz temblorosa y apunto de llorar.
- Creo, que no podemos hacer nada. Tranquilizarnos y esperar a que los vigilante del siguiente turno lleguen pronto.
- Pero mañana es navidad, no creo que trabajen.
- Esperemos que no tengan familia y vengan …..., realmente no tengo ni idea de si trabajarán o no.
Carolina se hundió en un silencio reflexivo, se aisló y fue cayendo al suelo hasta quedar acurrucada. Él le preguntó si alguien la esperaba, ella meneo la cabeza. A la cuarta vez que le preguntó si tenía frío, respondió....Sí.
- Pues debes levantarte y moverte.... por cierto me llamo Adalberto -dijo extendiéndole la mano, en un gesto más protocolario que lógico-.
Carolina lo miró con la vista ida, Adalberto se preocupó, ¿estaría en estado de shock?. Su mente analítica comenzó a repasar sus conocimientos de primeros auxilios, basados en muchos años de ver telefilmes. La sujetó de la muñeca, la levantó y cuando iba a empezar a abofetearla ella dijo:
- Yo me llamo Carolina, encantada.
Un rubor acaloró sus mejillas y casi le arranca una sonrisa.
Eran las 9 de una espléndida mañana de navidad, Raul tecleó el código de la alarma y abrió la entrada principal. No tardó en darse cuenta de que el ascensor A de la torre I no funcionaba, justo fue el que eligió para subir y comenzar la ronda de vigilancia. Dudó en llamar a la empresa de mantenimiento, - ¿trabajarán hoy? - se preguntó. Bueno, llamaré dentro de un rato a ver si alguien lo coge.
Aburrido de repasar oficinas vacías se dirigió al teléfono de la primera mesa y tecleó a su país, era buena hora para localizar a su madre en casa y felicitarla.
Colgó enjugándose unas lágrimas, mirando a la puerta del ascensor que tenía enfrente recordó que debía llamar. El operador le fue indicando la serie de comprobaciones que debía hacer previas a la visita del servicio técnico, ya que este se demoraría por ser fecha tan señalada. Raúl iba y venía del teléfono al cajetín eléctrico siguiendo las instrucciones, en una de ellas se escuchó el ruido de la puerta del ascensor que se abría, ¡que gracia! justo estaba parado en el piso que había elegido para llamar por teléfono. Salieron dos personas, una pareja, se arreglaban la ropa con movimientos nerviosos.
- Hola -dijo Raul- no sabía que había alguien atrapado dentro.
- Feliz navidad, -dijo Carolina mirando a Adalberto con una sonrisa cómplice-.
- ¡Tremenda una faena!, ¿llevan ahí toda la noche?.
- Bueno …... he tenido “nochebuenas” mucho peores -dijeron ambos-
Rieron por la coincidencia. Carolina pulsó el botón del segundo ascensor para bajar y exclamó al llegar.
- ¡Vaya! este funciona.
Raul los miró entrar alegres al ascensor, les felicitó la navidad y pensó: ¡qué gente más rara!.
Esa noche tendrían tiempo de darse los buenos días y las buenas noches que jamás han intercambiado. Diez minutos después de que el ascensor quedara parado, tocaran insistentemente la alarma y comprobaran cada uno por su cuenta que no tenían cobertura en sus respectivos teléfonos, ella dijo.
- Pues vaya faena, …. nos oirá el vigilante, supongo.
- Imposible, me telefoneó para decirme que saliera por la puerta trasera, que se iba y dejaba la alarma puesta.
- Pero eso no puede ser, a mi no me dijo nada. ¿Cómo hubiera salido yo?
- Habrá dejado una nota en la puerta, o se habrá olvidado simplemente. Como es nochebuena.
El silencio vuelve a reinar entre ellos. Adalberto analiza la situación, con el ascensor averiado dentro de un inmenso edificio de oficinas vacío, en la víspera del día de navidad, les esperaba, con suerte, una larga y fría noche. Además a él nadie le echaría de menos.
- Bueno, entonces qué podemos hacer?. Preguntó Carolina con la voz temblorosa y apunto de llorar.
- Creo, que no podemos hacer nada. Tranquilizarnos y esperar a que los vigilante del siguiente turno lleguen pronto.
- Pero mañana es navidad, no creo que trabajen.
- Esperemos que no tengan familia y vengan …..., realmente no tengo ni idea de si trabajarán o no.
Carolina se hundió en un silencio reflexivo, se aisló y fue cayendo al suelo hasta quedar acurrucada. Él le preguntó si alguien la esperaba, ella meneo la cabeza. A la cuarta vez que le preguntó si tenía frío, respondió....Sí.
- Pues debes levantarte y moverte.... por cierto me llamo Adalberto -dijo extendiéndole la mano, en un gesto más protocolario que lógico-.
Carolina lo miró con la vista ida, Adalberto se preocupó, ¿estaría en estado de shock?. Su mente analítica comenzó a repasar sus conocimientos de primeros auxilios, basados en muchos años de ver telefilmes. La sujetó de la muñeca, la levantó y cuando iba a empezar a abofetearla ella dijo:
- Yo me llamo Carolina, encantada.
Un rubor acaloró sus mejillas y casi le arranca una sonrisa.
Eran las 9 de una espléndida mañana de navidad, Raul tecleó el código de la alarma y abrió la entrada principal. No tardó en darse cuenta de que el ascensor A de la torre I no funcionaba, justo fue el que eligió para subir y comenzar la ronda de vigilancia. Dudó en llamar a la empresa de mantenimiento, - ¿trabajarán hoy? - se preguntó. Bueno, llamaré dentro de un rato a ver si alguien lo coge.
Aburrido de repasar oficinas vacías se dirigió al teléfono de la primera mesa y tecleó a su país, era buena hora para localizar a su madre en casa y felicitarla.
Colgó enjugándose unas lágrimas, mirando a la puerta del ascensor que tenía enfrente recordó que debía llamar. El operador le fue indicando la serie de comprobaciones que debía hacer previas a la visita del servicio técnico, ya que este se demoraría por ser fecha tan señalada. Raúl iba y venía del teléfono al cajetín eléctrico siguiendo las instrucciones, en una de ellas se escuchó el ruido de la puerta del ascensor que se abría, ¡que gracia! justo estaba parado en el piso que había elegido para llamar por teléfono. Salieron dos personas, una pareja, se arreglaban la ropa con movimientos nerviosos.
- Hola -dijo Raul- no sabía que había alguien atrapado dentro.
- Feliz navidad, -dijo Carolina mirando a Adalberto con una sonrisa cómplice-.
- ¡Tremenda una faena!, ¿llevan ahí toda la noche?.
- Bueno …... he tenido “nochebuenas” mucho peores -dijeron ambos-
Rieron por la coincidencia. Carolina pulsó el botón del segundo ascensor para bajar y exclamó al llegar.
- ¡Vaya! este funciona.
Raul los miró entrar alegres al ascensor, les felicitó la navidad y pensó: ¡qué gente más rara!.
martes, 20 de noviembre de 2012
¿SWOFTY o sólo OVER FIFTY ? .... desvariando a ratos
¿Y eso qué es?.... pues una de esas palabras que inventan en USA para aplicar a sus CELEBRITIS. Es cuando además de famosas y con “perras” están buenorras. Parece que se le aplica a chicas como Madonna, Demi Moore o Sharon Stone, supongo que a Meryl Streep no, o eso creo, porque interpretar a la “dama de hierro” o a una hippy divertida y entradita en años no encaja, o simplemente porque no está soltera; que digo yo que la S del acrónimo será de eso..... Entonces la F ¿sera de famosas? ...¿o de Fyfty?.
Bueno la cosa es que yo cuando leo estas cosas me digo, ¿seré yo una SOWFTY?, o simplemente y en plan realista (ya que en lo único que coincido con ellas es en la F y casi en la S) una “fyftiañera-single- pero-arrimada?.
Y paralelamente me pregunto, ¿me gustaría ser una SOWFTY?. ¿Será eso mejor que levantarse todos los días a las 7 para ir al curro?... ! Bueno al menos tengo curro ¡. !Vale¡ ya salió el temita ….
¿Realmente sería más feliz teniendo a un ex como el Ashton Kutcher ese súper cachas?.
¿Será mejor ir al salón de belleza a diario que quitarse los pelitos una misma y darse la hidratante al salir de la ducha corriendo?.
Y yo me sigo preguntando.... será más “guay” quedar con el estilista cada viernes que salir de “guachinches” con los colegas?
Bueno, está claro que es más “guay”, pero no siempre mejor ....
Bueno la cosa es que yo cuando leo estas cosas me digo, ¿seré yo una SOWFTY?, o simplemente y en plan realista (ya que en lo único que coincido con ellas es en la F y casi en la S) una “fyftiañera-single- pero-arrimada?.
Y paralelamente me pregunto, ¿me gustaría ser una SOWFTY?. ¿Será eso mejor que levantarse todos los días a las 7 para ir al curro?... ! Bueno al menos tengo curro ¡. !Vale¡ ya salió el temita ….
¿Realmente sería más feliz teniendo a un ex como el Ashton Kutcher ese súper cachas?.
¿Será mejor ir al salón de belleza a diario que quitarse los pelitos una misma y darse la hidratante al salir de la ducha corriendo?.
Y yo me sigo preguntando.... será más “guay” quedar con el estilista cada viernes que salir de “guachinches” con los colegas?
Bueno, está claro que es más “guay”, pero no siempre mejor ....
domingo, 28 de octubre de 2012
escuchando "hilos"
La web ivoox incluyó uno de mis textos en sus "lecturas", creo que les quedó muy bien. Es cortito, les invito a escucharlo.
sábado, 15 de septiembre de 2012
El milagro
La ola arrasó la cubierta, el barco dio un bandazo hacia estribor coincidiendo con que, apoyado sobre la barandilla hacía una foto, en pocos segundos me encontraba rodeado de agua, justo saqué la cabeza en la estela, no reaccioné hasta un rato después en que comencé a agitar los brazos y gritar, tenían que verme.
Como un tonto miraba la popa del barco delante de mí, nadar hacia él me parecía absurdo, tenían que darse cuenta, alguien habría gritado ¡hombre al agua!. Pasaron los minutos, me quité la camiseta y la agité.
Repasé, ¿qué se hace en esta situación?, nada, no sabía qué hacer, siempre se quedan los náufragos en un bote, sobre una madera o aparecen inconscientes varados en la arena de una isla desierta.
Sólo me quedaba flotar y esperar, quizás quedarme cerca de la estela por si volvían atrás, pero ¿qué estela?, había desaparecido.
El agua no es fría en esta zona, el barco no es un trasatlántico, seguro que en algún momento alguien me echará en falta y volverán en mi busca, sí, pero quién, viajo sólo y no sé cuánto falta para llegar a la isla. El barco no está lejos, ¿cuánto tiempo habrá pasado?.
Delante de mí a escasos metros salta un pez volador, pulveriza el agua de tal manera que durante una fracción de segundo surge un arco iris. Esta visión me hace sonreír, qué pena que no crea en los milagros.
Floto boca arriba con los brazos estirados, no, no es buena idea. Debo estar más visible por si...
Parece que se ha parado, parece que gira.... es cierto gira.
Ya veo la proa, pero... están muy lejos, no me verán. Debo hacerme ver.... !dios¡, van muy despacio....
no me ven.!Qué alegría¡, sobre la cubierta varios marineros agitan un salvavidas.
Ya llegan, lo lanzan y logro nadar hasta él, lo alcanzo y me sujeto fuertemente. Estoy salvado. Muy cerca de mi salta un pez volador, durante un breve instante surge un arco iris.
Como un tonto miraba la popa del barco delante de mí, nadar hacia él me parecía absurdo, tenían que darse cuenta, alguien habría gritado ¡hombre al agua!. Pasaron los minutos, me quité la camiseta y la agité.
Repasé, ¿qué se hace en esta situación?, nada, no sabía qué hacer, siempre se quedan los náufragos en un bote, sobre una madera o aparecen inconscientes varados en la arena de una isla desierta.
Sólo me quedaba flotar y esperar, quizás quedarme cerca de la estela por si volvían atrás, pero ¿qué estela?, había desaparecido.
El agua no es fría en esta zona, el barco no es un trasatlántico, seguro que en algún momento alguien me echará en falta y volverán en mi busca, sí, pero quién, viajo sólo y no sé cuánto falta para llegar a la isla. El barco no está lejos, ¿cuánto tiempo habrá pasado?.
Delante de mí a escasos metros salta un pez volador, pulveriza el agua de tal manera que durante una fracción de segundo surge un arco iris. Esta visión me hace sonreír, qué pena que no crea en los milagros.
Floto boca arriba con los brazos estirados, no, no es buena idea. Debo estar más visible por si...
Parece que se ha parado, parece que gira.... es cierto gira.
Ya veo la proa, pero... están muy lejos, no me verán. Debo hacerme ver.... !dios¡, van muy despacio....
no me ven.!Qué alegría¡, sobre la cubierta varios marineros agitan un salvavidas.
Ya llegan, lo lanzan y logro nadar hasta él, lo alcanzo y me sujeto fuertemente. Estoy salvado. Muy cerca de mi salta un pez volador, durante un breve instante surge un arco iris.
jueves, 16 de agosto de 2012
El secreto de Arcadio
Había que pensar en una tapadera.
- Ya sé ¡, clases de corte y confección.
Corrían los años 70 y en aquel pequeño pueblo del interior poco había de entretenimiento, así que el hecho de que un grupo de mujeres se apuntaran a clase de costura en casa de una de ellas era de lo más normal.
Dª Claudina, la madre de Arcadio, salió del médico con cara preocupada, había ido ella sola a la consulta aunque el paciente en este caso era su hijo. El Doctor Zacarías le explicó con total “claridad” el padecer del chico, ella realmente no entendió nada pero tras la visita su preocupación aumentó. Su hijo sufría frecuentes “ataques de nervios” desde muy pequeño, esto junto con los mimos excesivos de su madre, le habían causado un cierto retraso, de tal manera que ahora a sus 25 años aquel mozo bien plantado, alto y fuerte no era capaz de resolverse por su cuenta e iba encaminado a sustituir a Venancio, el tonto oficial del pueblo, en cuanto quedara la plaza libre. Porque a Arcadio realmente no se le notaba, no se le notaba hasta que no intentabas entablar una conversación con él, entonces te miraba con una sonrisa alelada y se sumía en su habitual silencio. En los últimos meses Arcadio había tenido ataques más frecuentes y agudos, por eso la visita de su madre al doctor, éste, además de la sarta de términos médicos con que la apabulló, le recomendó que el muchacho “tuviera trato carnal de vez en cuando con mujeres” o empeoraría, pudiendo llegar a tener aun mayores lesiones. Para Dª Claudina la “medicina” de Don Zacarías resultaba tan imposible como hacerle un sarcófago de oro al niño, de ahí su gran preocupación. Lo primero que la madre descartó fue conseguirle una novia a Arcadio, ya lo había intentado cuando era más joven, antes de que lo evidente fuera evidente. Luego cayó en la cuenta de que el sexo también se puede obtener pagando, pero en el pueblo no había “muchachas de vida alegre”, y tampoco se veía ella en la salita de espera de una “casa de tapadillo” de la capital explicando las peculiaridades del muchacho. Simplemente Dª Claudina veía imposible “administrar” esa medicina a su hijo.
Esa misma tarde, en casa de su vecina Matilde, tomando café con otras amigas fue cuando Dª Claudina, tras estallar en llanto, se desahogó y compartió su pena. Todas comprendieron la impotencia que Dª Claudina como madre sentía ante la situación. Por la noche Matilde y Ramona, ya solas y algo piripis por las copitas de anís que habían tomado para relajar la situación, comentaron.
- Pues el Arcadio está como para hacerle un favor – dijo Matilde con cara pícara.
- Yo estaba pensando exactamente lo mismo – comentó Ramona reprimiendo la risa- además su madre se lo merece, tan buena amiga que es.
Y así es como comenzó la cosa, casi como una broma. Poco a poco y alentadas por el espíritu colaborador de las mujeres del pequeño pueblo la idea fue tomando cuerpo. El grupo estaba formado por todas las mujeres casadas entre 35 y 50 años, todas amigas, todas dispuestas al sacrificio por su amiga Dª Claudina y a guardar el secreto. Una de las reglas a la que se llegó por consenso y sin mucha discusión fue que se iría “actuando” por orden alfabético, ya sobre la frecuencia del tratamiento hubo más discrepancia, hasta que se determinó que sería semanal, no iba a estar el enfermo mejor atendido que los respectivos maridos. Cada vez que se reunían surgían dudas, que si mejor domingo que día laboral, dónde, cuándo.....Así hasta que un día Armandina Acevedo algo alterada intervino:
- pero bueno, ¿cuándo vamos a empezar?, mucho bla, bla, bla, pero al muchacho le puede dar el jamacuco en cualquier momento.
No se hizo comentario jocoso alguno, se miraron y comprendieron que el momento había llegado. Como eran tan sólo ocho mujeres, en dos meses acabarían la primera ronda y ya irían improvisando.
El jueves a las 6 de la tarde, en casa de la susodicha se reunieron, y Dª Claudina, al igual que ellas, acudió a la clase de corte y confección que supuestamente se impartía. Ésta iba acompañada de Arcadio, que como siempre iba con su aire abstraído. Armandina, nada más llegar, lo cogió de la mano y lo entró al dormitorio, subió la radio y el resto del grupo comenzaron ajetreadas a preparar café, sacar la máquina de coser, enhebrar agujas, dibujar patrones, coger vueltos y charlar con tono algo forzado sobre la telenovela del mediodía. Dª Claudina participaba en las tareas con zozobra, cargaba con sentido de culpa, por ella todas esas decentes esposas y madres de familia estaban cometiendo pecado o al menos, para las menos creyentes, engañando a sus maridos. La radio retransmitía un partido de fútbol a todo volumen, de repente dejó de sonar y se abrió la puerta, salió Arcadio con la misma cara de alelado de siempre, tras él Armandina algo sudorosa y ante la atenta mirada de sus abnegadas compañeras soltó:
- Eah ¡¡, ¿cómo va la costura?.
- Ya sé ¡, clases de corte y confección.
Corrían los años 70 y en aquel pequeño pueblo del interior poco había de entretenimiento, así que el hecho de que un grupo de mujeres se apuntaran a clase de costura en casa de una de ellas era de lo más normal.
Dª Claudina, la madre de Arcadio, salió del médico con cara preocupada, había ido ella sola a la consulta aunque el paciente en este caso era su hijo. El Doctor Zacarías le explicó con total “claridad” el padecer del chico, ella realmente no entendió nada pero tras la visita su preocupación aumentó. Su hijo sufría frecuentes “ataques de nervios” desde muy pequeño, esto junto con los mimos excesivos de su madre, le habían causado un cierto retraso, de tal manera que ahora a sus 25 años aquel mozo bien plantado, alto y fuerte no era capaz de resolverse por su cuenta e iba encaminado a sustituir a Venancio, el tonto oficial del pueblo, en cuanto quedara la plaza libre. Porque a Arcadio realmente no se le notaba, no se le notaba hasta que no intentabas entablar una conversación con él, entonces te miraba con una sonrisa alelada y se sumía en su habitual silencio. En los últimos meses Arcadio había tenido ataques más frecuentes y agudos, por eso la visita de su madre al doctor, éste, además de la sarta de términos médicos con que la apabulló, le recomendó que el muchacho “tuviera trato carnal de vez en cuando con mujeres” o empeoraría, pudiendo llegar a tener aun mayores lesiones. Para Dª Claudina la “medicina” de Don Zacarías resultaba tan imposible como hacerle un sarcófago de oro al niño, de ahí su gran preocupación. Lo primero que la madre descartó fue conseguirle una novia a Arcadio, ya lo había intentado cuando era más joven, antes de que lo evidente fuera evidente. Luego cayó en la cuenta de que el sexo también se puede obtener pagando, pero en el pueblo no había “muchachas de vida alegre”, y tampoco se veía ella en la salita de espera de una “casa de tapadillo” de la capital explicando las peculiaridades del muchacho. Simplemente Dª Claudina veía imposible “administrar” esa medicina a su hijo.
Esa misma tarde, en casa de su vecina Matilde, tomando café con otras amigas fue cuando Dª Claudina, tras estallar en llanto, se desahogó y compartió su pena. Todas comprendieron la impotencia que Dª Claudina como madre sentía ante la situación. Por la noche Matilde y Ramona, ya solas y algo piripis por las copitas de anís que habían tomado para relajar la situación, comentaron.
- Pues el Arcadio está como para hacerle un favor – dijo Matilde con cara pícara.
- Yo estaba pensando exactamente lo mismo – comentó Ramona reprimiendo la risa- además su madre se lo merece, tan buena amiga que es.
Y así es como comenzó la cosa, casi como una broma. Poco a poco y alentadas por el espíritu colaborador de las mujeres del pequeño pueblo la idea fue tomando cuerpo. El grupo estaba formado por todas las mujeres casadas entre 35 y 50 años, todas amigas, todas dispuestas al sacrificio por su amiga Dª Claudina y a guardar el secreto. Una de las reglas a la que se llegó por consenso y sin mucha discusión fue que se iría “actuando” por orden alfabético, ya sobre la frecuencia del tratamiento hubo más discrepancia, hasta que se determinó que sería semanal, no iba a estar el enfermo mejor atendido que los respectivos maridos. Cada vez que se reunían surgían dudas, que si mejor domingo que día laboral, dónde, cuándo.....Así hasta que un día Armandina Acevedo algo alterada intervino:
- pero bueno, ¿cuándo vamos a empezar?, mucho bla, bla, bla, pero al muchacho le puede dar el jamacuco en cualquier momento.
No se hizo comentario jocoso alguno, se miraron y comprendieron que el momento había llegado. Como eran tan sólo ocho mujeres, en dos meses acabarían la primera ronda y ya irían improvisando.
El jueves a las 6 de la tarde, en casa de la susodicha se reunieron, y Dª Claudina, al igual que ellas, acudió a la clase de corte y confección que supuestamente se impartía. Ésta iba acompañada de Arcadio, que como siempre iba con su aire abstraído. Armandina, nada más llegar, lo cogió de la mano y lo entró al dormitorio, subió la radio y el resto del grupo comenzaron ajetreadas a preparar café, sacar la máquina de coser, enhebrar agujas, dibujar patrones, coger vueltos y charlar con tono algo forzado sobre la telenovela del mediodía. Dª Claudina participaba en las tareas con zozobra, cargaba con sentido de culpa, por ella todas esas decentes esposas y madres de familia estaban cometiendo pecado o al menos, para las menos creyentes, engañando a sus maridos. La radio retransmitía un partido de fútbol a todo volumen, de repente dejó de sonar y se abrió la puerta, salió Arcadio con la misma cara de alelado de siempre, tras él Armandina algo sudorosa y ante la atenta mirada de sus abnegadas compañeras soltó:
- Eah ¡¡, ¿cómo va la costura?.
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