Cuando aquel hombre de negro (ya no utiliza guadaña, está pasada de moda) se me acercó y me dijo:
- te vienes conmigo.
Tenían yo aun muchas cosas que hacer, y mira que era guapo y atractivo, sí atractivo a pesar de un cierto aire siniestro. Tenía yo la tarde creativa y quería cocinar una cenita especial e imaginativa. Además al día siguiente había quedado con unos amigos para arreglar la huerta. Eso y un montón de planes para los siguientes días, semanas, meses, etc.
Así que le tuve que decir que no, que se esperase. Yo seguí a lo mío, tosí con fuerza, que había leído en internet que era bueno en esas situaciones. Tosí y pensé en lo rica que me iban a quedar las cigalas a la plancha con la salsa que estaba batiendo. Así que no le quedó otra que irse, y mira que era guapo.
Si ese extraño hombre de negro tenía unos caninos algo alargados, hiciste bien en toser...
ResponderEliminarBesos!!
Buenas, señora escritora:me gustó el relato en cuestión.
ResponderEliminarBesos
yo me hubiera arriesgado con el hombre de negro y hubiera dejado todo lo demás; un toque de aventura nunca viene mal.
ResponderEliminarbiquiños,
Aldabra
A lo mejor sabia incluso cocinar :))
ResponderEliminarmuy corto para lo entretenido ke es!espero al segundo capitulo jejej
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