Conseguir bebida fresca era imposible, era de locos. Al llegar a los pueblos los hombres del grupo se avalanzaban a meter la mano en las neveras en busca de algo parecido a una bebida fría. Llegamos a la conclusión de que las usaban (las neveras) solamente como armarios, bueno quizás aislaran su contenido de la temperatura exterior, pero enfriar no enfriaban. Realmente viendo como estaba el país era lo normal, pero la parte masculina de nuestro grupo se negaba a aceptar la realidad y clamaban angustiados en busca de una cerveza fría. De todas maneras fue muy divertido aquella noche que los seis fuimos al bar de aquel pueblo llamado Markoy, donde parecía que habían abierto la puerta de un horno gigante que emitía calor, al menos así nos parecía a los blanquitos lechosos y acalorados, como digo, fue gracioso el puntito que logramos coger tomando cervezas calientes, por fin relajados y disfrutando de lo que nos ofrecía la maravillosa noche africana. A la mañana siguiente, tras compartir una velada estupenda con la familia que nos acogía y no pegar ojo por el calor y los bichos, exclamamos (exagerando como siempre): Markoy es la muerte.
cerveza caliente con k ? camarones ?
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