Islas

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Tenerife desde La Gomera

El blog de Beatriz Fariña

El que no inventa no vive. Ana María Matute (premio Cervantes).



martes, 6 de abril de 2010

La playa y la infancia

Algunos domingos de verano mi padre llamaba al taxi de Duranza para que nos recogiera, era un Peugeot negro tipo "rubia". No cabíamos todos, los mayores iban en guagua o algunas veces no iban precisamente por que eran ya mayores. Mi madre llevaba, además del caldero de arroz amarillo, una caseta hecha con sacos de azúcar que ella había descosido y luego montado. Quedaba curiosa con esos sellos rojos sobre la lona blanca que decían "azucarera española". Pasábamos el día entero, por la tarde venía de nuevo el taxi y regresábamos a casa ensalitrados y con arena en todos los pliegues de nuestro cuerpo. Recuerdo que íbamos cuando la playa era natural y también luego cuando estaba en obras para convertirse en una playa rubia. Era entonces una playa mucho más incómoda porque habían desaparecido los callaos pero lo pasábamos igual de bien.

2 comentarios:

  1. Esas cosas que nunca se olvidan, por muchos años que pasen. Bien relatado.

    Gracias por tu paso por mi blog, voy a hacerme seguidor tuyo, eso siempre gusta al principio ver como van aumentando tus seguidores, espero que no abandones y bienvenida a la blogosfera.

    Un abrazo.

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  2. Son momentos que quedan grabados en nuestra memoria a fuego, porque los poco lujos que habìan se disfrutaban al màximo, aunque yo no disfrute mucho de aquellas teresitas, pero si de los roques de Fasnia, del caldero con conejo y papas de mi abuela y mi abuelo amasando el gofio en su zurròn y ¡lo bien que sabe todo a la orilla de la mar!decìan.

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