Islas

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Tenerife desde La Gomera

El blog de Beatriz Fariña

El que no inventa no vive. Ana María Matute (premio Cervantes).



viernes, 30 de abril de 2010

desde abajo

Cierta particularidad de mi anatomía (espero que pasajera) me hace viajar en posición horizontal, es decir para recorridos de cierta distancia me acomodo en la parte trasera del vehículo y me echo de la manera que pueda. Esto hace que la visión del paisaje mientras me desplazo sea, digamos, algo distinta. Las nubes, las copas de los árboles, las partes altas de los edificios, los picos de las montañas, han cobrado protagonismo. Aunque sea fugazmente, observo el azul del cielo con esas nubes deshilachadas de los vientos de altura, o los balcones con la ropa de los niños tendidas al sol. Claro, el tema de conversación con el conductor se complica un poco porque no compartimos la misma visión y mi postura es dada al ensimismamiento o incluso al ensueño.
En fin, como experiencia, y si uno no se marea, puedo recomendar que se pruebe.

martes, 27 de abril de 2010

Tipos de besos

Aunque ya por su edad no me deja besuquearla alguna vez la pillo floja y puedo hacerlo y jugamos a los tipos de besos.
El beso de humano es el que todos practicamos con los labios relajados sobre cualquier parte del cuerpo o cara.
El beso esquimal se da frotando nariz con nariz.
El beso de mariposa es muy sutil se usan las pestañas y se actúa sobre alguna zona sensible del cuerpo, como el cuello por ejemplo. Está claro que hay personas más dotadas que otras para este tipo de beso.
El beso de vaca se hace pasando la lengua por la cara, este no tiene muchos adeptos, cuestión de gustos.
El beso de piraña se da con los dientes, ejerciendo una leve presión claro.
El beso de lagarto, novedoso a todas luces, se usan los labios pero doblándolos hacia dentro para cubrir los dientes, luego se intenta dar como una mordidita, así, sin dientes.
Y seguiremos jugando a los besos.

sábado, 24 de abril de 2010

el señor del cantero

Tenía que coger dos guaguas para llegar al pueblo, luego caminaba unos quince minutos hasta su "pedacito". Sacaba la guataca que dejaba escondida por los matos, colocaba el agua a la sombra, se colocaba el sombrero y dedicaba unas horas a trabajar la tierra. Quitaba hierba, araba surcos o aporcaba las papas. Lo hacía despacito porque hacía ya años que no trabajaba en el campo. Cuando ya decidía que había trabajado bastante, recogía y se iba a la parada a coger la guagua. Una vez en casa y tras la siesta se dedicaba a sus pajaritos, solía llevarles "quemones" para que entraran en celo y se cruzaran. En sus paseos recogía maderas para posteriormente transformar en una jaula, una banqueta, un bernegal o pequeños juguetes. Cuidaba con mimo sus herramientas que eran asombrosamente antiguas y funcionaban perfectamente. Tenía un nombre de pila largo, con muchas sílabas, sus manos también eran grandes, grandes y fuertes.

jueves, 22 de abril de 2010

el tranvía de antes

Un señor muy mayor de Arico me contó una anécdota sobre el antiguo tranvía que funcionaba en la isla. Hacía el recorrido entre la Plaza España en Santa Cruz y Tacoronte y dejó de funcionar en los años 50. Contaba que iba Marcial caminando por la Cuesta, en esa época era habitual que la gente, la pobre claro, fuera descalza, las alpargatas se dejaban para los actos sociales. Pues eso, iba Marcial subiendo por el camino cuando oyó las voces que daba un carretero para que la gente se arrimara. Marcial se desvió hacia su izquierda caminando por encima de las vías del tranvía, con tan mala pata que se le coló el dedo gordo del pie izquierdo en el rielito ese que tenía la vía, es decir el sitio por donde corre la rueda del aparato. Hay que añadir que Marcial era de esos hombres tipo "puntal", inmensos y que todo lo tenía grande, imagínense el dedo gordo. Tiraba Marcial hacia arriba para sacar el dedo, tiraba y no lograba sacarlo. Un grupo de parroquianos lo vieron y fueron en su ayuda, él había dejado el hatillo en el suelo y con las manos tiraba del pie propietario de aquel dedo, que cuanto más se jalaba de él más gordo se ponía. Como aquello no parecía tener solución alguien dijo, -que siga hasta el cambio de aguja, a ver si allí lo saca. Así que ahí va Marcelino caminando con el pie derecho y arrastrando el izquierdo, la comitiva de curiosos lo acompañó, los últimos miraban para atrás por si venía el tranvía. Nada que en el cambio de aguja tampoco se pudo sacar el dedo ....

Para no aburrirles con el relato del largo recorrido de Marcelino, sólo decirles que, según este señor de Arico que me hacía el relato, hasta la última estación, la de Tacoronte, llegó Marcelino con su dedo enrielado, su hatillo y una comitiva de curiosos que le acompañaban renovándose de parada en parada, porque claro, el tranvía también venía detrás.

¡¡¡ Qué exagerado, no ¡¡¡

martes, 20 de abril de 2010

mis perritos

Aunque a ninguno nos gustan las cacas de los perros en las calles, tenemos que admitir que estos animales se han metido en nuestras vidas, a algunos porque nos gustan y los tenemos en casa y a otros porque los sufren de distintas maneras. Uno de mis perros se llama Yuma y es una preciosa labradora color chocolate, tiene ya muchos años, se le nota en los andares y en la respiración cansada cuando se alegra demasiado. Ella más que ladrar se expresa, emitiendo unos sonidos que modula según el contexto. A pesar de la alcurnia de su procedencia (tiene padres ilustres), lo extraordinario de su pelaje y la buena educación recibida (no ha estudiado en la universidad pero casi) ella es un poco-bastante callejera. De siempre ha añorado escaparse y estarse unas horitas vagabundeando, son incontables las veces que se ha escurrido entre nuestras piernas medio agachada para que no la veamos, bueno, admito que muchas veces han sido negligencias de sus amos. En estas aventuras suele arrastrar al buenazo de su hijo, mi otro perro. Lo  asombroso de Yuma es que siempre aparece, algunas veces por su cuenta, las menos, y la mayoría porque algún "buen samaritano" lee el número de teléfono de su correa y nos llama. Nosotros vamos y azorados no sabemos como agradecer que, un desconocido recoja un perro en la calle, a veces dos, lea el número y nos llame. Realmente increible. Pero ella es así, una perra con suerte.

sábado, 17 de abril de 2010

el tacón en .....

Las chicas caminaban por la calle cuando una se ladeó frenando la marcha y mirando al suelo. Se inclinó y dejando la zapatilla en el suelo sacó de dentro el pie descalzo. Su tacón se había metido en el agujerito de la tapa de una de esas alcantarillas redondas. Entre risas ambas se agacharon a sacar el tacón. Mirando a los transeúntes la chica sonrió mostrando la ausencia de su incisivo y diciendo: me cago que se me ha "metío" el zapato en el "burejo".
Digo yo que esto también le pasará a las chicas de dentadura perfecta y modales refinados.

viernes, 16 de abril de 2010

ventana

Desde la ventana podía divisar el mar, los días de tempestad era todo un espectáculo. Veía pasar impotente los barcos, quería salir y llamarlos, que me rescataran, que me sacaran de aquel ambiente, de aquel paraje que me atrapaba. Prefería cerrar la ventana e ignorar que estaban ahí. Quizás en verano cuando el calor asfixiante me hiciera salir, quizás entonces lograse reunir el valor para agitar los brazos y avisarles. Ahora estoy atrapado por su encanto, su magia y no quiero salir ....
Quizás en verano.

jueves, 15 de abril de 2010

cerveza caliente

Conseguir bebida fresca era imposible, era de locos.  Al llegar a los pueblos los hombres del grupo se avalanzaban a meter la mano en las neveras en busca de algo parecido a una bebida fría. Llegamos a la conclusión de que las usaban (las neveras) solamente como armarios, bueno quizás aislaran su contenido de la temperatura exterior, pero enfriar no enfriaban. Realmente viendo como estaba el país era lo normal, pero la parte masculina de nuestro grupo se negaba a aceptar la realidad y clamaban angustiados en busca de una cerveza fría. De todas maneras fue muy divertido aquella noche que los seis fuimos al bar de aquel pueblo llamado Markoy, donde parecía que habían abierto la puerta de un horno gigante que emitía calor, al menos así nos parecía a los blanquitos lechosos y acalorados, como digo, fue gracioso el puntito que logramos coger tomando cervezas calientes, por fin relajados y disfrutando de lo que nos ofrecía la maravillosa noche africana. A la mañana siguiente, tras compartir una velada estupenda con la familia que nos acogía y no pegar ojo por el calor y los bichos, exclamamos (exagerando como siempre): Markoy es la muerte.

martes, 13 de abril de 2010

El camino de tierra

Muy cerca de mi casa hay un pequeño sendero de tierra de unos 80 metros de largo que, a modo de atajo, une la carretera con la calle. Lo usan a diario los chicos del instituto, se ha quedado bastante oculto entre el muro del edificio y la vegetación del borde de la carretera, de tal manera que además de ser lugar de tránsito es usado como "desahogo" de ciertas necesidades. Por eso todos los que pasamos por él vamos, inconscientemente supongo, buscando novedades entre los elementos que conforman el paisaje del camino. Botellas de refresco, de cerveza, bolsas de hielo (ya vacías, claro), la caja del happy meal, los preservativos de colores, el papel casi blanco que adorna el contenido intestinal de un sufrido taxista con apretón, y toda esa serie de adminículos que el ser humano tiene por costumbre dejar como prueba de su estancia en el lugar. Como ven el atajo es de lo más útil.

domingo, 11 de abril de 2010

Olores de siempre

El olor del café, ¡cuántos recuerdos nos traen a la mente¡. Aún no siendo muy aficionada a su sabor admito que me gusta prepararlo tan sólo por sentir su aroma, muy asociado a imágenes de la infancia. No cabe duda, que las maquinitas del George Clooney por rico que preparen el café y "buenorro" que esté el muchacho, no podrán igualar la experiencia olfativa de la que estamos hablando.

sábado, 10 de abril de 2010

El burrito surfista

No he vuelto a saber nada de él,
aquellos días en el islote fueron maravillosos, el grupo funcionó muy bien y cada uno aprendió del resto de los compañeros gracias a lo distinto que éramos. Para mi fue la persona más alucinante, rompía todos los estereotipos de un chico criado en la Garita. Su capacidad de adaptación y la vena artística le daban un aire bohemio. A pesar de su juventud tiene el don del relato, la historia de su trabajo como lavacoches fue memorable. Un saludo Lechu.

jueves, 8 de abril de 2010

Arte al aire libre


Cuando vi "esto" en el exterior del Guggenheim de Bilbao me dí cuenta de lo artista que es mi pueblo. Cosas parecidas a esta he visto yo en muchos barrancos y descampados de las islas. Nunca lo había valorado como tal. Incluso algunos de estos "artistas" se esmeran y plasman sus obras en pleno espacio natural.

martes, 6 de abril de 2010

La playa y la infancia

Algunos domingos de verano mi padre llamaba al taxi de Duranza para que nos recogiera, era un Peugeot negro tipo "rubia". No cabíamos todos, los mayores iban en guagua o algunas veces no iban precisamente por que eran ya mayores. Mi madre llevaba, además del caldero de arroz amarillo, una caseta hecha con sacos de azúcar que ella había descosido y luego montado. Quedaba curiosa con esos sellos rojos sobre la lona blanca que decían "azucarera española". Pasábamos el día entero, por la tarde venía de nuevo el taxi y regresábamos a casa ensalitrados y con arena en todos los pliegues de nuestro cuerpo. Recuerdo que íbamos cuando la playa era natural y también luego cuando estaba en obras para convertirse en una playa rubia. Era entonces una playa mucho más incómoda porque habían desaparecido los callaos pero lo pasábamos igual de bien.

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jueves, 1 de abril de 2010

"Ni perrito que me ladre"


A sus 70 años, cuando algún hombre la miraba ella recibía esa mirada como un halago. Siempre andaba por la calle muy derecha y segura de sí misma. Nunca perdió el interés por arreglarse y estar guapa. Siempre fue importante "el que dirán" como ella decía. Eso la hacía estar siempre de "buen" semblante y "ver". Aquella mañana, al igual que muchas otras se bajó de su taxi en el centro y se dirigió a la tienda donde habitualmente se compraba su tinte caoba, color elegido ya desde hace años por considerarlo "favorecedor". Toñi, la dependienta, la saludó afectuosamente, la conocía hacía años y aquella señora le resultaba simpática. Solían hablar un buen rato de cosas del día a día.
Con su bote de tinte en el bolso se dirigió hacia el bar Callao, en la barra pidió un cortadito y comentó que iba al servicio. Nunca lo hacía sin pedir algo en el establecimiento, lo contrario le parecía de "carotas". Tras la barra había un camarero nuevo que le sirvió el cortado algo claro, al ponerlo en la barra se rebosó mojando el sobre de azúcar. Ella le quitó importancia y se lo bebió a sorbitos mientras comentaba algo que salía en la tele. Por la calle se encontró con una señora que conocía de cuando ésta vendía en la recova, hablaron un rato hasta que a ambas les empezaron a doler los callos, siguieron cada una su camino. Ya la mañana había corrido lo suficiente como para volver a casa. Como no quería gastar más "perras" fue a la parada a coger la guagua. Conocía al conductor que le tocó, siempre echaban una parrafada antes de sentarse. Dió "una cabezadita" entre las 8 paradas que la separaban de la suya y medio asustada se levantó a tocar el timbre. Bajó algo torpemente, porque las piernas estaban pesadas del rato que llevaba sentada. Ahora le restaba un recorrido de unos quince minutos hasta su piso de la barriada. Tardó casi el doble porque saludó a Carmita que, alongada en la ventana, veía "cómo pasaba el tiempo".
Una vez en el hogar se cambió totalmente para ponerse ropa de "dentrocasa", abrió todas las ventanas y encendió la tele. La miró con ojos adormilados, se dijo: voy a "escabezar un sueñito" antes de comer, qué prisa hay ?.