Islas

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Tenerife desde La Gomera

El blog de Beatriz Fariña

El que no inventa no vive. Ana María Matute (premio Cervantes).



martes, 18 de diciembre de 2012

Suspendidos

Suspendidos en el piso 33 de la torre de oficinas, Adalberto y Carolina hablan cada uno sentado en esquinas opuestas del ascensor. A veces habían coincidido por ser de los primeros en entrar al trabajo, ella se baja en el 34 y él sigue hasta el 37. También se suelen ver al acabar la jornada, siempre con los rezagados. Nunca antes habían hablado, ni siquiera uno de esos saludos que se hacen con un gesto al resto de seres humanos que forman parte de nuestro decorado diario.
Esa noche tendrían tiempo de darse los buenos días y las buenas noches que jamás han intercambiado. Diez minutos después de que el ascensor quedara parado, tocaran insistentemente la alarma y comprobaran cada uno por su cuenta que no tenían cobertura en sus respectivos teléfonos, ella dijo.
 - Pues vaya faena, …. nos oirá el vigilante, supongo.
 - Imposible, me telefoneó para decirme que saliera por la puerta trasera, que se iba y dejaba la alarma puesta.
- Pero eso no puede ser, a mi no me dijo nada. ¿Cómo hubiera salido yo?
- Habrá dejado una nota en la puerta, o se habrá olvidado simplemente. Como es nochebuena.
 El silencio vuelve a reinar entre ellos. Adalberto analiza la situación, con el ascensor averiado dentro de un inmenso edificio de oficinas vacío, en la víspera del día de navidad, les esperaba, con suerte, una larga y fría noche. Además a él nadie le echaría de menos.
 - Bueno, entonces qué podemos hacer?. Preguntó Carolina con la voz temblorosa y apunto de llorar.
 - Creo, que no podemos hacer nada. Tranquilizarnos y esperar a que los vigilante del siguiente turno lleguen pronto.
 - Pero mañana es navidad, no creo que trabajen.
- Esperemos que no tengan familia y vengan …..., realmente no tengo ni idea de si trabajarán o no.
Carolina se hundió en un silencio reflexivo, se aisló y fue cayendo al suelo hasta quedar acurrucada. Él le preguntó si alguien la esperaba, ella meneo la cabeza. A la cuarta vez que le preguntó si tenía frío, respondió....Sí.
- Pues debes levantarte y moverte.... por cierto me llamo Adalberto -dijo extendiéndole la mano, en un gesto más protocolario que lógico-.
Carolina lo miró con la vista ida, Adalberto se preocupó, ¿estaría en estado de shock?. Su mente analítica comenzó a repasar sus conocimientos de primeros auxilios, basados en muchos años de ver telefilmes. La sujetó de la muñeca, la levantó y cuando iba a empezar a abofetearla ella dijo:
- Yo me llamo Carolina, encantada.
Un rubor acaloró sus mejillas y casi le arranca una sonrisa.

 Eran las 9 de una espléndida mañana de navidad, Raul tecleó el código de la alarma y abrió la entrada principal. No tardó en darse cuenta de que el ascensor A de la torre I no funcionaba, justo fue el que eligió para subir y comenzar la ronda de vigilancia. Dudó en llamar a la empresa de mantenimiento, - ¿trabajarán hoy? - se preguntó. Bueno, llamaré dentro de un rato a ver si alguien lo coge.
 Aburrido de repasar oficinas vacías se dirigió al teléfono de la primera mesa y tecleó a su país, era buena hora para localizar a su madre en casa y felicitarla.

Colgó enjugándose unas lágrimas, mirando a la puerta del ascensor que tenía enfrente recordó que debía llamar. El operador le fue indicando la serie de comprobaciones que debía hacer previas a la visita del servicio técnico, ya que este se demoraría por ser fecha tan señalada. Raúl iba y venía del teléfono al cajetín eléctrico siguiendo las instrucciones, en una de ellas se escuchó el ruido de la puerta del ascensor que se abría, ¡que gracia! justo estaba parado en el piso que había elegido para llamar por teléfono. Salieron dos personas, una pareja, se arreglaban la ropa con movimientos nerviosos.
- Hola -dijo Raul- no sabía que había alguien atrapado dentro.
- Feliz navidad, -dijo Carolina mirando a Adalberto con una sonrisa cómplice-.
- ¡Tremenda una faena!, ¿llevan ahí toda la noche?.
- Bueno …... he tenido “nochebuenas” mucho peores -dijeron ambos-
 Rieron por la coincidencia. Carolina pulsó el botón del segundo ascensor para bajar y exclamó al llegar.
- ¡Vaya! este funciona.
Raul los miró entrar alegres al ascensor, les felicitó la navidad y pensó: ¡qué gente más rara!.

martes, 20 de noviembre de 2012

¿SWOFTY o sólo OVER FIFTY ? .... desvariando a ratos

¿Y eso qué es?.... pues una de esas palabras que inventan en USA para aplicar a sus CELEBRITIS. Es cuando además de famosas  y con “perras” están buenorras. Parece que se le aplica a chicas como Madonna, Demi Moore o Sharon Stone, supongo que a Meryl Streep no, o eso creo, porque interpretar a la “dama de hierro” o a una hippy divertida y entradita en años no encaja, o simplemente porque no está soltera; que digo yo que la S del acrónimo será de eso..... Entonces la F ¿sera de famosas? ...¿o de Fyfty?.
Bueno la cosa es que yo cuando leo estas cosas me digo, ¿seré yo una SOWFTY?, o simplemente y en plan realista (ya que en lo único que coincido con ellas es en la F y casi en la S) una “fyftiañera-single- pero-arrimada?.
Y paralelamente me pregunto, ¿me gustaría ser una SOWFTY?. ¿Será eso mejor que levantarse todos los días a las 7 para ir al curro?... ! Bueno al menos tengo curro ¡. !Vale¡ ya salió el temita ….
¿Realmente sería más feliz teniendo a un ex como el Ashton Kutcher ese súper cachas?.
¿Será mejor ir al salón de belleza a diario que quitarse los pelitos una misma y darse la hidratante al salir de la ducha corriendo?.
Y yo me sigo preguntando.... será más “guay” quedar con el estilista cada viernes que salir de “guachinches” con los colegas?

Bueno, está claro que es más “guay”, pero no siempre mejor ....

domingo, 28 de octubre de 2012

escuchando "hilos"

La web ivoox incluyó uno de mis textos en sus "lecturas", creo que les quedó muy bien. Es cortito, les invito a escucharlo.


sábado, 15 de septiembre de 2012

El milagro

La ola arrasó la cubierta, el barco dio un bandazo hacia estribor coincidiendo con que, apoyado sobre la barandilla hacía una foto, en pocos segundos me encontraba rodeado de agua, justo saqué la cabeza en la estela, no reaccioné hasta un rato después en que comencé a agitar los brazos y gritar, tenían que verme.
Como un tonto miraba la popa del barco delante de mí, nadar hacia él me parecía absurdo, tenían que darse cuenta, alguien habría gritado ¡hombre al agua!. Pasaron los minutos, me quité la camiseta y la agité.
Repasé, ¿qué se hace en esta situación?, nada, no sabía qué hacer, siempre se quedan los náufragos en un bote, sobre una madera o aparecen inconscientes varados en la arena de una isla desierta.
Sólo me quedaba flotar y esperar, quizás quedarme cerca de la estela por si volvían atrás, pero ¿qué estela?, había desaparecido.
El agua no es fría en esta zona, el barco no es un trasatlántico, seguro que en algún momento alguien me echará en falta y volverán en mi busca, sí, pero quién, viajo sólo y no sé cuánto falta para llegar a la isla. El barco no está lejos, ¿cuánto tiempo habrá pasado?.
Delante de mí a escasos metros salta un pez volador, pulveriza el agua de tal manera que durante una fracción de segundo surge un arco iris. Esta visión me hace sonreír, qué pena que no crea en los milagros.
Floto boca arriba con los brazos estirados, no, no es buena idea. Debo estar más visible por si...
Parece que se ha parado, parece que gira.... es cierto gira.
Ya veo la proa, pero... están muy lejos, no me verán. Debo hacerme ver.... !dios¡, van muy despacio....
no me ven.!Qué alegría¡, sobre la cubierta varios marineros agitan un salvavidas.
Ya llegan, lo lanzan y logro nadar hasta él, lo alcanzo y me sujeto fuertemente. Estoy salvado. Muy cerca de mi salta  un pez volador, durante un breve instante surge un arco iris.

jueves, 16 de agosto de 2012

El secreto de Arcadio

Había que pensar en una tapadera.
- Ya sé ¡, clases de corte y confección.

Corrían los años 70 y en aquel pequeño pueblo del interior poco había de entretenimiento, así que el hecho de que un grupo de mujeres se apuntaran a clase de costura en casa de una de ellas era de lo más normal.
Dª Claudina, la madre de Arcadio, salió del médico con cara preocupada, había ido ella sola a la consulta aunque el paciente en este caso era su hijo. El Doctor Zacarías le explicó con total “claridad” el padecer del chico, ella realmente no entendió nada pero tras la visita su preocupación aumentó. Su hijo sufría frecuentes “ataques de nervios” desde muy pequeño, esto junto con los mimos excesivos de su madre, le habían causado un cierto retraso, de tal manera que ahora a sus 25 años aquel mozo bien plantado, alto y fuerte no era capaz de resolverse por su cuenta e iba encaminado a sustituir a Venancio, el tonto oficial del pueblo, en cuanto quedara la plaza libre. Porque a Arcadio realmente no se le notaba, no se le notaba hasta que no intentabas entablar una conversación con él, entonces te miraba con una sonrisa alelada y se sumía en su habitual silencio.  En los últimos meses Arcadio había tenido ataques más frecuentes y agudos, por eso la visita de su madre al doctor, éste, además de la sarta de términos médicos con que la apabulló, le recomendó que el muchacho “tuviera trato carnal de vez en cuando con mujeres” o empeoraría, pudiendo llegar a tener aun mayores lesiones. Para Dª Claudina la “medicina” de Don Zacarías resultaba tan imposible como hacerle un sarcófago de oro al niño, de ahí su gran preocupación. Lo primero que la madre descartó fue conseguirle una novia a Arcadio, ya lo había intentado cuando era más joven, antes de que lo evidente fuera evidente. Luego cayó en la cuenta de que el sexo también se puede obtener pagando, pero en el pueblo no había “muchachas de vida alegre”, y tampoco se veía ella en la salita de espera de una “casa de tapadillo” de la capital explicando las peculiaridades del muchacho. Simplemente  Dª Claudina veía imposible “administrar” esa medicina a su hijo.
Esa misma tarde, en casa de su vecina Matilde, tomando café con otras amigas fue cuando Dª Claudina, tras estallar en llanto, se desahogó y compartió su pena. Todas comprendieron la impotencia que Dª Claudina como madre sentía ante la situación. Por la noche Matilde y Ramona, ya solas y algo piripis por las copitas de anís que habían tomado para relajar la situación, comentaron.
- Pues el Arcadio está como para hacerle un favor – dijo Matilde con cara pícara.
- Yo estaba pensando exactamente lo mismo – comentó Ramona reprimiendo la risa- además su madre se lo merece, tan buena amiga que es.
Y así es como comenzó la cosa, casi como una broma. Poco a poco y alentadas por el espíritu colaborador de las mujeres del pequeño pueblo la idea fue tomando cuerpo. El grupo estaba formado por todas las mujeres  casadas entre 35 y 50 años, todas amigas, todas dispuestas al sacrificio por su amiga Dª Claudina y a guardar el secreto. Una de las reglas a la que se llegó por consenso y sin mucha discusión fue que se iría “actuando” por orden alfabético, ya sobre la frecuencia del tratamiento hubo más discrepancia, hasta que se determinó que sería semanal, no iba a estar el enfermo mejor atendido que los respectivos maridos. Cada vez que se reunían surgían dudas, que si mejor domingo que día laboral, dónde, cuándo.....Así hasta que un día Armandina Acevedo algo alterada intervino:
- pero bueno, ¿cuándo vamos a empezar?, mucho bla, bla, bla, pero al muchacho le puede dar el jamacuco en cualquier momento.
No se hizo comentario jocoso alguno, se miraron y comprendieron que el momento había llegado. Como eran tan sólo ocho mujeres, en dos meses acabarían la primera ronda y ya irían improvisando.
El jueves a las 6 de la tarde, en casa de la susodicha se reunieron, y Dª Claudina, al igual que ellas, acudió a la clase de corte y confección que supuestamente se impartía. Ésta iba acompañada de Arcadio, que como siempre iba con su aire abstraído. Armandina, nada más llegar, lo cogió de la mano y lo entró al dormitorio, subió la radio y el resto del grupo comenzaron ajetreadas a preparar café, sacar la máquina de coser, enhebrar agujas, dibujar patrones, coger vueltos y charlar con tono algo forzado sobre la telenovela del mediodía. Dª Claudina participaba en las tareas  con zozobra, cargaba con sentido de culpa, por ella todas esas decentes esposas y madres de familia estaban cometiendo pecado o al menos, para las menos creyentes, engañando a sus maridos. La radio retransmitía un partido de fútbol a todo volumen, de repente dejó de sonar y se abrió la puerta, salió Arcadio con la misma cara de alelado de siempre, tras él Armandina algo sudorosa y ante la atenta mirada de sus abnegadas compañeras soltó:
- Eah ¡¡, ¿cómo va la costura?.

martes, 17 de julio de 2012

QUEMADOS

Sí, ya lo sé, que tengo muy abandonado este sitio de intercambio y desahogo. Ya lo sé ...., que no se puede abrir un espacio público de intercambio de comentarios, relatos, historias, cositas.... y luego abandonarlo. Pero es que la realidad me desborda, los decretazos, los abusos de poder, los zarpazos del paro que cada vez son más cercanos, el mirar a otro lado, la sequía, la ley de costas malversada y ..... ahora además se me queman las islas por todos lados. Es que no tiene una la cabeza ni para inventar ..... y mira que ayuda.

miércoles, 6 de junio de 2012

Celebración y II


Desde luego que era un hombre con iniciativa, nada de titubeos. La distancia que nos separaba entre La Divina Comedia y el local de copas fue lo suficientemente larga para convertirla en un paseo casi deportivo, ninguno de los dos aminoró el paso, cuando nos sentamos no pude menos que reír algo acalorada. Él sonriendo dijo:
- Es que son unos colegas y les prometí que vendría, lo siento por la carrera.
- No, si me gusta hacer ejercicio después de comer, es muy sano.
Riendo ambos llegó le camarero y pedimos, a mi ya se me había bajado el subidón del volcán y del exceso de imaginación, así que pedí un “sex on the beach”. Él un ron.
La música comenzó inmediatamente, con lo que la conversación tuvo que esperar. Cuando acabaron él se levantó a saludarlos y aunque me miraba como para presentarme yo me hice la loca, tampoco él sabía mi nombre, ni yo el suyo.
- Bueno, y a qué te dedicas, lo mío ya lo sabes.
- Soy consultora personal.
- ¡Anda!, qué profesión tan …... poco definida, parece la típica tapadera de los espías, no serás policía o juez.
Me dió la tos y no sabía cómo disimular, jamás me habían pillado tan rápido, siempre he ido a bares lejos del juzgado y suelo vestir como cualquier trabajadora, pero no me dí por enterada.
- ¡Vaya!, y mira que pedí el cócktel suave, pero está fuertito, quieres probar. - Y tu ¿qué deporte practicas?.
- ¿Porqué lo preguntas?, - contestó vanidoso-.
- Es que ese cuerpo no es de gimnasio, tampoco de cargar cajas de botellas.
- Juego en un equipo amateur de rugby, me gusta mucho y no es un deporte de brutos.
- Siempre te adelantas a justificarte , ya sé lo de que es un deporte de villanos jugado por salvajes, o ¿no era así?.
Reímos y logré desviar un poco el tema y relajarme, pero desde luego ya lo del trabajo acabó de aguarme la fiesta.

De regreso opté por la opción, "cada uno pilla un taxi y se acabó la historia". Casualmente no pasaba ni un taxi y estaba muy cerca de casa y, así que le pregunté:
- ¿Dónde vives?.
- En las afueras, en San Gil.
Vaya, muchos de mis “clientes” son de ese barrio, al menos ya sabía que no me lo encontraría por mi zona.
- Yo vivo dos calles más atrás, así que si quieres me acompañas. (Volvía a traicionarme, parecía una invitación).
- Sí claro, mejor te acompaño, no vaya a ser que te asalten, aunque creo que el atacante saldría mal parado.
Preferí no hacer caso del comentario y seguir andando. Una vez en la puerta:
- Pues bueno, muchas gracias por la “celebración” y.... por cierto ¿cómo te llamas?
- Ah, sí perdona, Dante, Dante Alighieri. ¿Y tú?.
- Sí, claro, no nos hemos presentado, Sofía, Sofía Loren.
Entre risas, nos despedimos, estaba claro que no había sido un buen comienzo, pero siempre nos quedaría La Divina Comedia.

sábado, 19 de mayo de 2012

Celebración I (continuará)

Lo conocí en el restaurante “La Divina Comedia” donde solía comer los días que trabajaba por la tarde. Me llamó la atención el color de su piel, su mirada intensa y sus modos naturales. Tardó algo en abordarme, un día que dejé algo de comida en el plato y pedí la cuenta con prisa me dijo:

- No es bueno comer con prisa, sienta mal.
- Ya, -contesté algo cortante dejando el dinero sobre la mesa-.
Como suele pasar a veces, esta indiferencia sirvió de acicate para que continuara con sus atenciones.
- Qué tal, ¿cómo van las prisas?. - me preguntó al día siguiente-.
- Ya acabé lo que tenía el otro día, hoy no tengo tanta prisa.
Pasaron varios días sin ir por el restaurante hasta que un día fui al mediodía y él no estaba. Esa noche también fui a cenar por tener que hacer cosas urgentes en el juzgado. Con agrado comprobé que él atendía las mesas, mi alegría se transparentó y se acercó sonriente.
- ¿Horas superextras?
- Bueno, es una excepción, pero ya acabé, es que no tenía tiempo de preparar nada ….(porqué daré tantas explicaciones).
Él, con su sonrisa triunfadora, miraba entretenido y relajado, yo cada vez más colorada opté por meter la cabeza tras la carta e intentar pedir algo, él seguía a mi lado de pié con la libreta y el bolígrafo en la mano.
- ¡Vaya!, eso habrá que celebrarlo. - comentó rompiendo el hielo- Me atreveré a hacerte una recomendación: sopa de almejas y berenjenas rellenas, que sé que no eres mucho de carne.
- Pues bueno, acepto la propuesta – balbuceé totalmente azorada.
- Y una copa de vino tinto, claro.
Asentí con la cabeza y él se fue hacia la cocina tan contento. Durante la cena estuvo atareado y no me hizo caso, cené hojeando el periódico y al finalizar me animé con un postre de nombre sugerente: volcán de chocolate y especias.
Mientras degustaba el postre y apuraba la segunda copa de vino comentaba para mí: pues es verdad, esto habrá que celebrarlo, vaya con el camarero, me voy a quedar a dos velas, no ha vuelto a dirigirse a mi en toda la noche, y mira que me he tomado mi tiempo, hasta pedí postre. Vaya, ahí viene.
- Entonces, qué tal la cena, estuvo a tu gusto.- Comentaba mientras recogía los platos que se habían amontonado en mi mesa-.
- Muy buena sí, y qué tal por ahí, ¿mucho trabajo?
Con los platos en la mano me miró algo sorprendido.
- Ya ves, mucho trabajo, pero ya sólo quedan dos mesas y acabaré pronto, te tomas algo y me esperas, ya sabes …., la celebración.
- Vale, ponme un orujo y hago tiempo.
Creo que ambos estábamos igual de sorprendidos, ni me contestó, salió a toda velocidad y volvió con la bebida, al servirla rozó imperceptiblemente mi brazo. Mensaje recibido.
Tras tomar tranquilamente la bebida y pagar, aun tuve tiempo de dar otra vuelta al periódico hasta esperar a que saliera.
- Ya estoy, gracias por esperar, es que los viernes esto se pone a ….
- Bueno, hombre, no te justifiques, está muy bien que seas serio y responsable.
- Vale, vamos que conozco un sitio que ponen música en directo y podemos llegar a tiempo – comentó cogiéndome del brazo-.

(continuará)

domingo, 15 de abril de 2012

Julita


Julita pasaba de largo los 50, laboriosa y servil eran adjetivos que acarreaba con orgullo. Gran parte de esa vida la había dedicado al denodado trabajo en la misma empresa. Cuando comenzó el “proceso” a ella no se le inmutó ni una pestaña, siguió con su mismo ritmo de trabajo sin hacer caso a los actos que sus “compañeros” perpetraban a modo de resistencia. No dudó en su fidelidad a la dirección, no le tembló la voz cuando respondió a preguntas comprometidas sobre las actividades de sus “colegas”.
Julita ni por un instante sospechó el contenido de aquel telegrama, recibido el domingo por la tarde.

viernes, 30 de marzo de 2012

PAJAREROS



Horas recorriendo charcas, horas bajo una lona a la espera de la mejor pose, horas caminado bajo el sol para anotar los que cantan o se mueven, horas detrás de una lente, horas de pasión atávica y onanista de cazadores de instantes.
Y después, horas de charla con una cerveza en la mano: yo lo ví.
Héroes incomprendidos de la conservación.
¿Conoces alguno?.

sábado, 28 de enero de 2012

Viajando (y II)

- Pues responder, no creo que sea el lobo.
Bajaron un poco el cristal y Leo asomó unos dedos diciendo:
- Buenas noches, ¿qué desea? - la contestación le resultó ridícula dada la situación climatológica -.
- Necesito refugiarme - dijo una voz que salía del interior de un impermeable amarillo que chorreaba -
- Ana, que este dice que quiere entrar, ¿qué hacemos?.
- No sé, ¿qué pinta tiene?.
- Pues mira tu, no se le ve nada, parece guiri.
Ana se asomó un poco y cerrando de nuevo dijo.
- Podemos dejarlo pasar, así nos entretenemos un poco.
Leo la miró con cara de asombro y se asomó de nuevo, ¿qué problema tiene?,- le preguntó al extraño-.
- ¿espikinglish?. -pregunto el guiri-.
- Oh yes! – contestó Ana desde dentro, -abriendo la puerta para que pasara-.
- Muchas gracias, es que estoy empapado y no encuentro dónde refugiarme para pasar la noche (le contestó en un inglés con fuerte acento).
Se quitó la gabardina, sacudiéndola fuera del furgón entró y se acomodó a un lado, traía una mochila y las botas embarradas. Se presentó
- Hola, me llamo Konrad, gracias por permitirme entrar.
- Yo me llamo Ana y ella es Leo, ¿juegas a las cartas?.
Konrad, no contestó, empezó a buscar dentro del bolsillo de la mochila bajo la atenta mirada de ambas, por fin sacó un frontal, se lo colocó y dijo:
- De acuerdo, ¿cómo es el juego?.
Ana se deshizo en explicaciones ante la mirada atónita de su amiga, nunca la había visto hablar con tanta soltura en inglés. Jugaron durante mucho rato, el extranjero era listo y aprendía rápido.

- Despierta Ana. Que el guiri se ha ido.
- Ehh, déjame dormir, ¿qué pasa?.
- Konrad, que no está, despierta que igual nos ha robado.
- Pero qué tontería dices, - Ana se incorporó sobresaltada-.
La velada fue larga, acabaron compartiendo unas galletas, que era lo único que tenían en ese momento. No paró de llover en toda la noche, así que tuvieron que acomodarse los tres de cualquier manera para dormir.
- Si ya te decía yo que no fue buena idea dejarlo entrar, -decía Leo mientras rebuscaba por la furgoneta.
- ¡Oye!, que tú no protestaste y bien que te reíste jugando los tres, anda no me digas que no es guapo el alemanito.
En ese momento, oyeron como tocaban en la puerta trasera, se miraron extrañadas.
- ¿Quién puede ser, qué hora es? -preguntó Leo-.
- no sé, no encuentro el reloj, abre ya.
- Por favor, abran que me estoy quemando – comentó desde fuera Konrad -
Leo abrió y se encontraron al extranjero con un cartucho en una mano y tres vasos de plástico en la otra.
- Traigo chocolate y “chugosss” para el desayuno.
Ana y Leo rompieron a reír mirándose.
- Pero, ¿qué pasa?, dijo el guiri.
- ¡Anda entra!, que vas a aprender a pronunciar "churro" como es debido.

miércoles, 11 de enero de 2012

viajando (I)

- Pero vamos, súbete de una vez al coche que nos vamos.
- Ya vooooy, que se me quedan las gafas.
- Gafas, gafas ¡¡¡, para qué las quieres si se va a hacer de noche...
- Pero qué refunfuñona si son las 10 de la mañana, exageradaaaa.
Por fin arrancaron, atrás quedaban largos días de preparativos del viaje de sus vidas, poco más dejaban atrás, ambas sin trabajo y colgado en el corazón el cartel de “libre”, planearon una escapadita en furgoneta para recorrer la parte del país que no conocían, es decir … todo.
Al rato Leo se relajó, le dedicó una sonrisa a Ana y empujó el cd dentro de la ranura, a los primeros acordes Ana identificó el tema.
- ¡Anda!, has preparado una selección para el viaje, ¡qué ilusión!, de esas canciones para ir cantando con la melena al viento en el descapotable.
- Efectivamente, pero habrá que sacar la cabeza por la ventanilla de la furgoneta.
- Volaaaare oh oh .... ¡qué retro!, ¿toda es así? -dijo riéndose-


14 vueltas al cd después y bajo una tormenta de campeonato jugaban al cinquillo a la espera de que amainara para salir a dar una vuelta por el pueblo.
- Oye y ¿ dónde dices qué estamos ? - preguntó Ana mientras enfocaba con el frontal a las cartas -.
- En “matalascabrillasdearriba”.
- Pues vaya un nombre raro, debe ser en León o por ahí que le ponen esos nombres a los pueblos.
- No tengo ni idea del nombre del pueblo, Ana, llovía mucho cuando entramos y no leí el cartel. Me extrañaría que estuviéramos allá arriba, porque salimos de Murcia y tiramos para el sur.
- Vale, vale, ya sabes que lo mío no es la geografía.
- Ya, ni la geografía, ni la cocina, ni limpiar, ni jugar a las cartas. ¡Venga!, concéntrate y juega.
En ese momento alguien tocó en la ventana y dijo en un castellano desastroso:
- buenas noches, ¿hay alguien?.
Leo dió un salto del susto y ambas se miraron asustadas.
- ¿Qué hacemos? -pregunto Ana, hablando bajito-.

(continuará)