Islas

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Tenerife desde La Gomera

El blog de Beatriz Fariña

El que no inventa no vive. Ana María Matute (premio Cervantes).



lunes, 26 de julio de 2010

Hilos

Los hilos que tejemos con nuestros semejantes son de distinto grosor y tipo. Con nuestra familia primaria, padres y hermanos, son gruesos como maromas, a veces algo pesados pero nos dan sustento. El de la madre irradia a todos nuestros órganos con un vínculo biológico muy potente. El de nuestro padre está más cercano al cerebro y esta lleno de escamas que saltan cuando nos rebelamos un poco, pero se nos adhieren a la piel. Los hilos a nuestros hermanos son de diferentes colores pero todos del mismo grosor y calidad. Luego, con la vida vamos tejiendo hilos diferentes, primeros unos de seda muy finos con nuestros primeros amigos, luego van siendo nuevos hilos algo más flexibles porque los amigos a veces vienen y van. Con algunos de estos nos empeñamos en tejer desde los dos extremos y conseguimos un grosor considerable tiñéndolos de distintos colores y añadiéndoles abalorios que penden de ellos. Al elegir pareja el hilo adquiere algo de rigidez porque solemos colgar muchos trastos, a veces nos sacudimos para que caigan unos pocos y poder disfrutar más de esa unión. Algunos elegimos tejer un hilo especial, de los de las entrañas, con un ser que nace de nosotros, y nos metemos en una de las relaciones más complicadas y enriquecedoras que hay en la vida. Cuando se alarga, porque hay que dejarles juego, se lleva un poco de nosotros. Y tenemos que saber vivir que esa holgura sin que se nos vaya la vida detrás.
Vivimos inmersos en una maraña de hilos, ¡ qué suerte ¡.

lunes, 19 de julio de 2010

Giornata particulare

Salgo de casa para hacer unos papeleos de banco, a 20 metros de la puerta recuerdo que me falta un documento. Vuelvo, abro la puerta de fuera, saludo a los perros, que parece que no me han visto en un año, entro en la casa, alcanzo la habitación y cojo el documento. Maniobra a la inversa. Llegando a la parada me cruzo con mi guagua que arranca rauda y veloz, dejándome con mirada desconsolada.
- Tranquila tengo casi una hora por delante.
Mientras espero la próxima, reviso buscando el bonobus. ¡ Mecachis ¡ no lo tengo, abro el billetero y veo un amenazador billete de 50," nunca tanto fue tan poco".
Pienso rápidamente dónde comprar un bono, cruzo ligerita y camino un trecho hasta la parada del tranvía, ¡cómo no¡, no aceptan billetes tan grandes. En frente está un taller al que suelo ir, entro toda sonriente pidiendo cambio, también con una sonrisa me dicen que no tienen. Ya frenética voy a una entidad bancaria y me aguanto las ganas de asaltarla a “punta de paraguas”. Espero y por fin una amable empleada me cambia el billetón, yo ya me había guardado de allanar el camino con lo de “tenemos el mismo apellido, de dónde es el tuyo”. Con los bancos nunca se sabe cuando les pides algo.
Por fin con el cambio en la mano cruzo a la parada y en la máquina expendedora un jovencito se pelea con un billete desdeñado, me dice que pase yo y consigo el preciado bono.

Ahora ligerita (aun no puedo correr) hasta mi parada, ¡ cónchale ¡ (qué fina) veo en la parada anterior una guagua sospechosa. Más ligerita todavía.
Bueno, llego y nada, a esperar, se ve que era otra línea.
Una vez en la ciudad tenía que hacer una proeza aun mayor, coger el coche del colega y desplazarlo hasta el centro, la zona de más difícil aparcamiento, y dejarlo para poder hacer el par de recados y luego salir pitando los dos a una comida.
¡¡ Milagro ¡¡.
Tras unas pocas vueltas arrimo el coche, legal y todo.
Y bueno, ya el resto de la jornada salió normalita, no conté a nadie lo de las guaguas, los bonos y eso.
Todos tenemos alguna vez una “giornata particulare”, y ya no hablemos de “annus horripilis” que de eso sé yo un rato.

sábado, 10 de julio de 2010

compañeros de vida

Sin mi compañero todo es distinto.
Sin él este sitio me parece agobiante, asfixiante y gris.
Sin él me levanto sin ganas, sin energía. Si gana España ya no es lo mismo.
Sin mi compañero no como ni carne ni pescado, la comida es más sana y más aburrida.
La nevera está bajo mínimos sin mi compañero.
Sin él mis manos están desinquietas.
Vuelve pronto, compañero.

domingo, 4 de julio de 2010

La poli nueva

(totalmente inventado, pero nunca se sabe)

Jaume se acercó a aquel policía de cara hierática, la nacional aun no había llegado y ya era la hora de iniciar la manifestación.
Cuando faltaban dos pasos para llegar hasta él, éste de uno solo, lo alcanzó, le agarró del antebrazo y ladeándolo le asestó varios porrazos. Jaume se zafó muy rápido y salió corriendo, no paró ni para hablar con sus compañeros. Mientras corría con la nalga entumecida recordaba la manera en que su madre, igual que el oficial, le cogía del brazo y le soltaba una buena azotina. En esas ocasiones él nunca se zafaba, hubiera sido aun peor, pero la porra ya era otro cantar. Por suerte nadie corrió tras él, aún no entendía que había pasado, pero el dolor le hacía seguir, al menos 8 o 9 manzanas.
El resto del grupo nos quedamos paralizados, bueno, las madres, gracias a su instinto se escabulleron con sus niños de la manera más disimulada que pudieron y sin hablar. Estábamos en el año 2000, a una manifestación autorizada para solicitar que no cierren una guardería no se le “carga”. Habíamos perdido la costumbre de arengar cuando ves una injusticia como esa, o quizás fue tan rápido que no reaccionamos. Desplacé muy despacio mi pie hacia la derecha para cubrir el hueco de Jaume tras la pancarta, que en ese momento era el escudo más ridículo que se nos podía poner delante para defendérmos de aquellos vándalos, en caso de ….
Por la curva de la avenida apareció la furgoneta de la nacional, nunca me había alegrado tanto de ver a la autoridad, bueno sí, una vez en el puerto en una acción contra la pesca “ilegal” cuando ya los pescadores-contrabandistas nos tenían acorralados contra la pared y lucían barras y palos. También me alegré al ver a los guardia civiles que con toda su autoridad nos salvaron, escoltaron y detuvieron.
La nacional se paró delante de los flamantes polis autonómicos y se bajaron pertrechados hasta las orejas. Sentí un sudor frío y ganas de correr, pero intenté controlarme y recordar que éramos cuatro gatos, totalmente pacíficos, desarmados y autorizados. El que mas galones tenía se dirigió hacia mí, no sé si porque el resto tendría los ojos cerrados o por ser el más alto. Me saludó cordialmente y se presentó pidiéndome el documento de autorización. ¡Horror¡, lo tenía Jaume, por eso se había adelantado a hablar con el poli. Balbuceando le pedí un momento y le dije que teníamos que buscar la otra copia. Miré hacia atrás y se oyó un frufrú de bolsillos y bolsos. Por fin apareció, una previsora madre había hecho varias copias. Se la mostramos y casi sin leerla nos dijo:
- todo en orden, pueden comenzar, el tráfico está cortado desde hace 20 minutos.
Yo no sabía si creérmelo, comenzamos a relajarnos y aparecieron algunas sonrisas, en ningún momento miré a los policías de la comunidad por temor a encender sus iras. Hicimos nuestro recorrido, animándonos según se nos pasaba el susto, algunas de las madres "escapistas" volvieron, tras ver que la democracia seguía siendo el régimen que regía el estado.
Una mujer, como siempre las más valientes, se dirigió al "nacional" de mayor rango y algo airada le relató lo ocurrido. Él esbozó una sonrisa, dijo algo entre dientes y se quedó rezagado para hablar con sus compañeros.
Cuando acabamos, hablando, ya más calmados, entre todos, le preguntamos a Carmen (la mujer valiente) qué palabra fue la que dijo entre dientes el oficial, ella admitió que no la pudo escuchar bien, pero creyó entender: "novatos". Otro dijo que había escuchado: "mariquitas". Otro que: "paranoicos". Otra que: "jodeer".

Vamos, que nos quedamos así, pensando en el pobre Jaume que pagó el pato de la primera intervención de la nueva poli. Eso si, la porra era a estrenar.