Islas

Islas
Tenerife desde La Gomera

El blog de Beatriz Fariña

El que no inventa no vive. Ana María Matute (premio Cervantes).



sábado, 28 de mayo de 2011

Acompañados

Pedro lo había sido todo y lo había tenido todo, ahora sus pertenencias cabían en el carro del súper que empujaba calle arriba rumbo a la plaza donde solía pasar la noche. Pues sí, casas, coches, barcos, sexo, poder y drogas, muchas drogas. Ahora mismo se conformaba con el vino de tetra brick que compraba en cuanto pillaba unas perras. Doblando la esquina vio a un gran grupo de gente que se sentaban en ese momento, bueno, no era la primera vez que algún grupo de protestones compartían durante unas horas su plaza.  Los fue esquivando hasta llegar al lugar dónde extendía sus cartones y preparaba la cama, algunos le miraban con sonrisa culpable.
- ¡Machangos! Pensó para sí.
Cuando se le acabó el vino y le llegó el sopor del sueño seguían allí, sacaron un megáfono. Pedro cerró los ojos y los volvió a abrir de madrugada, aun estaban allí, el grupo se acurrucaba apretándose unos con los otros, tenían sacos y algunas mantas. Volvió a cerrar los ojos despreocupado, - ya se largarán.
Tres días después todavía seguían en su plaza, tenían tiendas, cocina, altavoces, micros, mantas e incluso una guardería. A Pedro se la sudaba todo eso que ponían en sus carteles, democracia, trabajo, libertad....Para él lo único importante era poder dormir de un tirón mecido por los efluvios del alcohol, el resto del día sólo esperaba a que llegara ese momento, dormir, olvidar, no pensar.
Una semana después no sólo seguían allí sino que eran muchos más, de todos los colores, edades, sexos y pelambreras. Varias veces habían ido a hablar con él, Pedro se hacía el yonqui transtornado y lo dejaban tranquilo. Pero había un chico que especialmente le irritaba, estaba empeñado en darle de comer, en dejarle cartones más nuevos y mullidos, en cambiarle sus mantas por otras nuevas, toda una serie de amabilidades que Pedro despreciaba y además le molestaban, él no quería nada de eso, sólo quería que lo dejaran tranquilo que se fueran de una maldita vez a dormir a sus camitas calientes de “niños de papá”.

El día que la policía entró a desalojar la plaza todos recibieron. Habían acordado no moverse y permanecer sentados pacíficamente. Mientras lo arrastraban por el suelo, Juan se fijó en el bulto que seguía inmóvil en el soportal de la tienda, esa mañana no se había levantado, era extraño, siempre recogía sus trastos tempranito y se iba. Juan intentó decirle algo a uno de los policías que lo arrastraba, éste interpretó que se resistía y le dio un par de porrazos más. Juan prefirió callar, como casi siempre.

miércoles, 18 de mayo de 2011

hacer algo

Había una vez un pueblo dormido al que no le afectaba casi nada, ni siquiera que los despidieran por la cara, adormecidos miraban la tele y asentían como los perritos antiguos en la parte trasera del coche. Pero un día un grupo de gente se espabilaron, dejaron de mirar a la caja tonta y se dieron cuenta de que les estaban tomando el pelo, que ellos no eran los culpables, que la opinión ya no era pública sino manipulada, que la democracia ya no lo era y que quizás se pudiera hacer algo. Y lo hicieron. 

domingo, 8 de mayo de 2011

el hombre de negro

Cuando aquel hombre de negro (ya no utiliza guadaña, está pasada de moda) se me acercó y me dijo:
- te vienes conmigo.
Tenían yo aun muchas cosas que hacer, y mira que era guapo y atractivo, sí atractivo a pesar de un cierto aire siniestro. Tenía yo la tarde creativa y quería cocinar una cenita especial e imaginativa. Además al día siguiente había quedado con unos amigos para arreglar la huerta. Eso y un montón de planes para los siguientes días, semanas, meses, etc.
Así que le tuve que decir que no, que se esperase. Yo seguí a lo mío, tosí con fuerza, que había leído en internet que era bueno en esas situaciones. Tosí y pensé en lo rica que me iban a quedar las cigalas a la plancha con la salsa que estaba batiendo. Así que no le quedó otra que irse, y mira que era guapo.