Islas

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Tenerife desde La Gomera

El blog de Beatriz Fariña

El que no inventa no vive. Ana María Matute (premio Cervantes).



miércoles, 31 de marzo de 2010

Sahara



Coincidimos en aquel pozo con una mujer cogiendo agua, la miramos mientras se iba y no me pude resisitir a fotografiarla. Al fondo unos burros nos observan a nosotros.

martes, 30 de marzo de 2010

Mi panadera


Mari es el nombre de mi panadera, la verdad que no sé mucho más de ella. Nuestra relación ya es de hace años, de antes de que se usara el término "relación virtual". Bueno, la nuestra realmente es más que virtual. Cada mañana desde temprano aparece colgada por fuera de mi verja una bolsita con unos panes dentro. Ya sé que soy la envidia de muchos, puesto que esto del pan fresco (y no congelado por cierto) a diario y tempranito es un lujo. Pues todo esto es gracias a Mari, a que confía en sus clientes y al acabar el mes junto con esos panes aparece un papel pequeño con una nota que dice: pan mes de febrero, el importe y una firma. Yo cuando me acuerdo y tengo suelto le pongo el dinero por la noche, al estilo ratoncito Pérez , y ella lo recoge antes de que amanezca. A veces hemos logrado hablar un poquito por teléfono para cambiar algo en nuestra original relación, el número de panes, los periodos sin servicio y esas cositas. Yo creo que ambas partes del negocio, ella y yo, estamos contentas con esta relación y esperamos que dure muchos más años.

lunes, 29 de marzo de 2010

un disco

Hace unos días caminaba por una calle de La Laguna y encontré una tienda pequeña que vendía discos, volví para atrás y entré. Recordé que había visto una entrevista en un periódico local al dueño y en su día me resultó raro.
Tan sólo entrar lo vi, enfrente a mí justo a la altura de mis ojos. Decía llévame, te gustará y venciendo ese rollito agarrado que todos tenemos me compré este cd. Me sentí como una excéntrica, casi le pido disculpas al dueño por comprar un disco en estos tiempos. Bueno ya sé que él vive de eso, o quizás malvive. Sí le dije que hacía mucho tiempo que no compraba un cd, él no sé que pensaría. Bueno que se sepa que me gusta mucho esta cantante belinesa de la que tengo música desde hace años, alguna en cassete con sonido de "fritanga" incluido. Espero que los que estén a favor de las descargas gratuitas no me excomulguen y los de la SGAE no me den la medalla al mérito de los tontorrones.

domingo, 28 de marzo de 2010

Cosas del W.C.



El tamaño de un relato de retrete está relacionado, como no puede ser de otra forma, con el tiempo que pase uno sentado en él. Hay gente que suele leer revistillas, cómics o su libro de cabecera (en ese caso ya no es tan de cabecera claro), otros van al asunto y fuera. Yo soy más bien lentilla y a veces ojeo algo y la gran mayoría invento historias. Desde hace un tiempo y gracias a ciertas bayas que tomo, estoy más ligerilla, con lo que sólo me salen microrelatos. Pero no cabe duda que andar ligera en estos menesteres revierte en, digamos, la frescura del relato, por lo tanto pierden en extensión pero ganan por otro lado.

sábado, 27 de marzo de 2010

recomiendo un libro


Pues sí, lo recomiendo, aunque admito que tardé más que con otros en engancharme. Me fastidiaba el barroquismo de las descripciones y los rodeos que se dan a la acción. Ya saben que engancharse es cuando tienes ganas de llegar a casa para leer ese libro que no quieres realmente que se acabe. Y que una vez pasa te da sentimiento, por alejarte de esos personajes. Bueno, ya saben. Admito por tanto que el libro tiene su cosa y que el tras fondo culebrón te puede dar un poco de rabia, pero está tan bien escrito, maneja la lengua tan diestramente que aunque la historia sea, a veces, predecible se deleita uno con las formas. Es curioso como su autor, Jorge Amado, hace frases largas, inteligibles y sin verbos, me parece una pasada. Este escritor brasileño, para algunos, es el mejor de su país.
Si alguien se anima, lo presto.

viernes, 26 de marzo de 2010

Sucedió una vez ....


Fue en el año 95, íbamos un grupo de incautos turistas tras el ranger armado. Estábamos a la mitad de nuestro viaje por Zimbabwe, habíamos visto paisajes sobrecogedores y vivido experiencias que nos unían de una manera especial a aquel grupito de cinco amigos que emprendimos esta aventura. Antes de comenzar el paseo a pie (safari se dice) nos habían explicado cómo actuar ante la presencia de elefantes, especialmente conflictivos cuando son machos solitarios. En caso de encontrarnos con uno, no era conveniente acercarse y si se ponía "bravo" había que mantenerse tranquilos, juntos y detrás del ranger, que en último momento dispararía al aire para que se detuviera. Efectivamente encontramos un gran macho solitario, majestuoso nos observaba, le hicimos fotos hasta que decidió que le molestábamos y comenzó a mover las orejas, levantar la trompa y patear el suelo, todo el performanse que nos habían descrito. Nos quedamos parados y atentos, de repente comenzó a correr (porque los elefantes corren) hacia nosotros con intenciones obvias. ¿Cual fue nuestra reacción?. Corrimos cada uno en diferentes sentidos como "carrera de disléxicos", no hacíamos caso a las llamadas del ranger. Cada uno decidió salvarse por su cuenta. Por suerte el elefante se detuvo, supongo que muerto de la risa.
De regreso, nerviosos, nos reprochamos unos a otros el comportamiento histérico que nos dominó. Algún pequeño susto injustificado nos deparó el regreso hasta el campamento, teníamos la sensibilidad a flor de piel.

jueves, 25 de marzo de 2010

La playa (ficción)



Una de las ventajas de estar pachucha es que te manden a hacer ejercicio, bueno también hay muchas desventajas de este estado. El otro día caminaba con el agua por la cintura en la playa, para fortalecer no sé muy bien qué parte de mi maltrecho cuerpo. Mientras lo hacía observaba a la gente que por la orilla transitaban. Una pareja compuesta por un joven y una joven ambos de aspecto saludable hablan acaloradamente. En mi recorrido, y con el fin de "andar"y guardar la ropa" repetía el recorrido de un lado para otro con lo cual pude observar como el tono de la conversación iba in creccendo hasta llegar al punto del contacto físico, y no precisamente cariñoso. El chico tocó de frente y con cierta violencia el hombro de la chica. Lo dejé pasar pensando que podía ser un poco "expresivo en exceso". Al regreso de mi mini recorrido ya no pude evitar dirigirme hacia ellos, entiendo que la maternidad tiene esa inclinación a proteger a los débiles, y más si te recuerdan a tu progenie. Ante el tono que estaba tomando el tema me quité las gafas de sol, más por lo que pudiera pasar que por mostrar una fiera mirada. Al acercarme, y dirigir ambos su mirada hacia mi, salió de mi boca - en tono algo tembloroso - " ¿necesitan ayuda?." No se me ocurrió otra manera de intervenir para socorrer a la agredida. Sorprendentemente, y sin tenerme en cuenta para nada, ella lo mandó a "nosédonde" fue a su bolso y se largó. No sé si realmente sirvió de algo mi intervención, si les amedrentó mi semblante de señora madura dispuesta a todo (quizás a salir por patas ante un "usted para qué se mete") o sólo les interrumpí propiciando un cambio de escena, pero me quedé a gusto.